martes, 1 de noviembre de 2011

Sí.

He sonreído para hacer creer que soy feliz, he llorado hasta el punto de quedarme sin lágrimas, he perdonado cosas imperdonables, he olvidado cosas inolvidables, he reído hasta llegar al punto de no poder más. He perdido cosas que marcaran mi vida. He roto el corazón pero también me lo han roto a mí. He hecho oídos sordos demasiadas veces. Me he comportado como una niñata por no tener lo que quería, me he tragado mi orgullo por no hacer daño a la gente. Y lo más importante, hoy he sido capaz de levantarme, mirar al frente y seguir adelante solo por aquellas personas que estan ahí siempre.

#Ganasdeti.

Hoy tengo ganas de ti, ganas de sentir tu respiración al oído cuando me dices te quiero, ganas de rozar tus labios que son mi mayor deseo, ganas de tocarte y ganas de sentirte. Ganas de poder gritarle al mundo que a tu lado nadie es más feliz que yo, que cuando me rozas mi corazón se acelera y si me miras fijamente me ruborizo. Que hoy no me importaría que se acabara el mundo si tu estas a mi lado, que si tu saltas yo salto, que si a ti te disparan yo sangro. Ganas de sonreírte, de mirarte, de cantarte, de contarte nuestra historia una y otra vez sin dejar un detalle atrás. Que hoy tengo ganas de luchar contra el mundo si la recompensa eres tu, porque hoy tengo ganas de quererte.

No hay vuelta atrás....

...Te perdoné lo imperdonable. Te di todo y me quedé sin nada. ¿Y ahora me haces esto…? Después de todo lo que he aguantado, todo lo que he perdido gracias a ti, todo lo que no recuperaré.
Eres demasiado egoísta. Me querías por necesidad, necesidad de pasar el rato, por el aburrimiento. Me utilizaste como una marioneta. Confiaste más en una persona que te quería para ella sola, igual que tú a mí. Sólo espero que llegue el momento en el que te pase como a mí; que esa persona se desprenda de ti y te quedes sin nada.
Yo rectifiqué a tiempo, pude superar el mono. Piensas que he perdido yo de nuevo, pero no es así. Esta vez no. Esta vez me retiraré de la batalla con la cabeza alta, pisando fuerte y con una sonrisa, aunque por dentro quiera llorar y desahogarme, pero sé que eso no serviría de nada. Llorar no serviría de nada.
Yo no te he perdido; tú me has perdido. Y cuando vengas a llamarme ya no estaré esperando, porque en ese momento seré yo quien no quiera estar contigo. Buena suerte, ya que la necesitarás cuando abras los ojos.